domingo, 21 de diciembre de 2008

LA FUENTE DE LA VIDA

Con el paso del nuevo año se irán aproximando los meses más calurosos de éste, en los que las deshidrataciones están a la orden del día, ya que rara es la competición en la que no nos encontremos episodios de dicho tipo.

El deportista, por el mero hecho de realizar la práctica deportiva, ya hace que su temperatura corporal aumente, esto es fruto de las reacciones metabólicas que se producen en su interior para mantener el esfuerzo requerido. Cuando prima el calor o la humedad, este aumento de temperatura se ve incrementado por las condiciones metereológicas, dando lugar a un aumento en la pérdida de líquido (sudoración), gracias a la cual el cuerpo intenta regular su temperatura interna. Esta pérdida de líquido esta acompañada de una pérdida de electrolitos –sodio, potasio, magnesio y cloro- que provoca alteraciones electrolíticas -calambres musculares, vómitos,...- y una disminución en el volumen total de sangre que puede afectar al volumen sistólico, la presión arterial y en ocasiones al gasto cardíaco, dando lugar a un disminución del rendimiento.

La ingesta de agua con sales y sustratos energéticos es especialmente importante en climas calurosos y / o húmedos, permitiendo mantener el volumen sanguíneo. Las bebidas con sales son las que llamamos isotónicas –la concentración de sales es igual que la del medio interno del organismo-. La mayoría de estas bebidas las tiene que preparar uno mismo, debido a que vienen dispuestas como polvos, los cuales hay que diluir en el bidón. Hay que tener especial cuidado a la hora de la mezcla y seguir las indicaciones del fabricante, ya que si nos pasamos en la cantidad de polvo, la bebida se convierte en hipertónica, dando lugar a que el líquido que acabamos de ingerir nos quite agua de nuestro medio interno para así compensar la gran cantidad de electrolitos que posee, ya que antes de ser absorbido debe equilibrarse con el medio. Y si por el contrario no echamos la cantidad suficiente, la bebida se convierte en hipotónica robándonos sales del medio interno.

La ingesta de líquido en un deportista de resistencia debe de ser de unos 800- 1000 ml / h. Para evitar problemas desagradables durante la participación en pruebas de larga distancia, Padilla y Terrados (1994) proponen el siguiente tratamiento:


- Inmediatamente antes del ejercicio tomar 200-400 ml de bebida hidrocarbonada moderadamente concentrada (5 a 7 gr / 100 ml).
- En las primeras dos horas de ejercicio, tomar de 100 a 150 ml de la misma bebida cada 10´- 15´.
- Después de dos horas de ejercicio, se debe tomar 200-300 ml de una solución más concentrada cada 10´- 15´(100-150 ml de 25-30 gr HC / kg / hora).
- Reponer hidratos de carbono y porteínas en forma de líquido y / o sólida inmediatamente después de la sesión de trabajo.

Este tipo de ingesta debe de ir acompañada de electrolitos, para así evitar la pérdida de éstos -la mayoría de las preparaciones hidrocarbonadas ya tienen en cuenta dicho factor-. La temperatura a la que se debe de ingerir tiene que estar comprendida entre 6º - 10º C, ya que así se favorece la absorción.

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