¡¡¡A correr
por el todo o nada!!!
La llegada es
un poco caótica pero, como iba delante, puedo librarla bien y pongo pie a
tierra en tercera posición y activo a tope: las patas para volar en la T2 con
la bici en la mano y volver a limar segundos y los 5 sentidos para ver dónde
está mi sitio y dónde está el escapado.
Sale todo
bien porque tomé bien la referencia de mi sitio y calcé rápido las zapas pero
“gasto” un par de segundos en apretarme las tancas para que las zapas vayan
perfectas ya que iba a tocar exprimirlas a tope y las necesitaba ceñidas al
pie.
Que diga
ahora que salí como alma que lleva el diablo no aporta nada porque siempre
salgo así de la T2 pero ésta ha sido una de las veces en las que más encendido
salí porque necesitaba jugarme el todo por el todo y ya no pensaba en los que
podían venir por detrás (de mi grupo o de los anteriores a los que, por cierto,
no sabía cuánta ventaja le llevábamos).
Me cantaron
25’’ y en apenas trescientos metros había un giro de 180º donde me pareció ver
que la distancia se había reducido apenas a la mitad así que algo no me
cuadraba pero seguí al mismo ritmo, con lo que contacté con la cabeza antes
incluso de haber entrado en el estadio pero, lejos de apalancarme ahí para
recuperar el aliento, seguí igual, a todo lo que daba para no permitir ni un
solo respiro y que no se me pegara al culo.
Aunque iba
“bien” (dentro de lo bien que se va al empezar a correr), la cabeza me daba mil
vueltas: ¿le habrá pasado algo… es que iba “parado”? ¿cómo vendrán los de
atrás? ¿aguantaré a este ritmo? ¿y si aguanto y luego resulta que ha petado?
Vamos, que
tenía al coco trabajando casi más que a las piernas pero la caldera seguía a
tope y las sensaciones eran buenas así que me daba igual todo, yo iba ya en
modo kamikaze y que pasara lo que tuviera que pasar. Además, me habría sido
imposible bajar el ritmo porque la gente me llevaba, literalmente, en volandas,
tanto los conocidos que me animaban como los que no me conocían de nada y que
simplemente estaban jaleando al muchacho ése que iba volando bajo. Identifiqué
a muchísima gente pero iba tan concentrado (con la mirada de 30º hacia abajo)
que apenas me permitía el gesto de complicidad de levantar el pulgar, no quería
tentar a la suerte.
En el primer
paso por recta de meta, ví que había sacado cierta ventaja a los compañeros de
grupo pero veía buenas caras así que esos ¿20’’? no sólo no me tranquilizaron
sino que me sirvieron para seguir igual sobre todo, porque veía que en los
cruces, aunque le metía algo de tiempo, no crecía mucho a pesar de que iba casi
a todo lo que daba y que no iba a poder ir a ese ritmo todo el rato.
Sin embargo,
en la tercera vuelta, sin saber por qué, en una referencia ví que había crecido
bastante la distancia así que me dio un subidón sólo comparable con el bajón
que me había dado en la bici porque, aunque fuera empezando a acusar el
esfuerzo, sabía que yendo a velocidad crucero, si por detrás no venía uno de
los galgos, ya podía tenerlo en mi mano.
Pero, nada,
ese pensamiento me duró medio segundo porque, si has ido hasta ahí, has
trabajado tanto, estás en un momento dulce, ¿por qué vas a entregarte? ¡no!
¡¡¡Sigue igual y disfruta de ese momento!!!, amén de que nunca sabes qué puede
pasar y todavía no te has librado de un posible desfallecimiento.
Así que
únicamente me permití bajar un puntín, manteniendo el nivel de exigencia que
sabía que sí que iba a poder mantener hasta meta y que, después de ver cómo me
iba cruzando con la gente, que me iba a dar muy probablemente el oro.
¡¡¡Llegada
a la nube!!!
Dicen que
cuando te sabes ganador (en realidad es cuando te ves con más probabilidades
que en el momento de la salida), vas en una nube pero yo debo ser muy raro o
mis nubes deben ser un poco ásperas porque cada vez me dolía más el cuerpo…
aunque tenía cero ganas e intención de bajar el ritmo y, no sólo eso, sino que,
si hubiera podido, lo habría apretado más aún para disfrutar de esa manera que
tanto me gusta: sufriendo, dándolo todo y llegando a meta “a cero”.
No me relajé
hasta que no estuve a 100 metros de meta cuando empecé a pisar moqueta azul y
ví que ponían cinta de meta y, aunque traté de pensar en alguna chorradilla, me
bloqueé de tal manera por la emoción, que no fui capaz más que de hacer el
típico agarre de la cinta (apenas había público en meta así que tampoco pude
hacer tonterías en la entrada).
¿Qué se
siente en ese momento? Todo y nada… no sé cómo describirlo porque hay
demasiadas emociones tanto físicas (cansancio, relax, …) como de coco
(acordarte de gente, alegría, ganas de llorar, …).
Así que,
nada, a dejarse llevar y a vivir el momento, “por ti y por todos tus compañeros”
que te han acompañado y ayudado en ese viaje que ha habido hasta ese instante
ya que, al menos en mi caso, aunque yo sea el que nada-pedalea-corre y el que
aparece en las clasificaciones como Rodrigo Borrego, del C.N. Petrer –
Carpintería Metálica La Villa, primer clasificado del Grupo de Edad de 30-34
del Campeonato de España de Triatlón 2012, no sería nada sin toda esa gente que
estáis ahí detrás de mí animando, ayudando, aconsejando, guiando, … no sólo en
los buenos momentos como éste sino también en los “no tan buenos” y, sobre
todo, en los realmente malos con lo que, os guste o no, soy tan culpables o más
que yo de lo que me pasó el 8 de septiembre de 2012 en Pontevedra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario