lunes, 27 de julio de 2009

LA GESTA DEL FIN DE SEMANA "R. BORREGO UN ENAMORADO DEL TRI"


A pesar de su juventud Rodrigo Borrego es uno de los triatletas más veteranos del mundillo del triatlón. Nos enteramos de que este fin de semana iba a realizar una machada de las que no todo el mundo está dispuesto a realizar, pero que un enamorado de este deporte hace con toda la ilusión del mundo. En el triatlón de Antella pude verle sufrir después del accidente que sufrío en la bicicleta y el gran carrerón que realizó a pie marcando el tercer mejor parcial. Lástima que Jumilla me pilla demasiado lejos y me impidió disfrutar de un gran fin de semana triatletico.
Os dejo con el comentario que nos ha realizado donde nos narra con todo detalles sus vivencias y sensaciones.

Me encanta competir y lo necesito casi como el aire, pero me gusta hacerlo con cierta cabeza y no soy demasiado aficionado a las “machadas” que parece que se están poniendo de moda. En realidad, la razón es simplemente que, co un dorsal y un bocinazo, me cuesta controlar los caballos y doy el 100% así que, las machadas, se quedan en los entrenamientos.
Sin embargo, hace cosa de un mes entré al trapo de una “provocación” que me hicieron:
- ¿Te vienes a Jumilla el domingo 26?
- (muy sensatamente ) No puedo, el día de antes es Antella.
- Buah, anda, no digas tonterías… ¿no dices siempre que te gusta tanto ese TRI que llamábais “Campeonato del Mundo”?…
Al final, entré al trapo y me dejé llevar como McFly en Regreso al Futuro para no quedar como un gallina y el resultado lo podéis leer a continuación.
En realidad, influyó también el hecho de que tenía la posibilidad de juntar en un mismo fin de semana dos triatlones a los que le tengo un aprecio especial porque fueron mis dos “primeros” TRIs (Jumilla el primer TRI que hice y el primero que corrí después de un parón de unos años y, Antella, el primero que corrí federado) así que podía ser algo especial el hecho de hacer la “primera machada seria” con ellos… aunque eso no quita para que sonara a locura.
Bueno, ahí va la historieta…

Viernes 24: Empieza todo…
El fin de semana triatlético de julio comienza oficialmente con una salida escopetado del trabajo a las 14:00 y, a pesar de la transición fulgurante porque tenía todo preparado en los boxes con el coche cargado, salgo a las 15:30, pero no voy en cabeza… los viernes de Madrid no perdonan y es difícil librarse de unos buenos atascos de salida.
Pudo ser peor y se queda en seis horas de viaje para un Tres Cantos – Alicante (450 kms todo de autovía), que no es poco y que se suma a la tralla de la semana en el trabajo, pero ya está hecho el cambio al chip triatlético.
Cenita a las 22:30 con su correspondiente mega helado de postre (costumbre que he recuperado para los días previos a las competiciones), en casa para descansar un poco, paseíto al perro y a la cama a eso de la una con la idea de dormir todo lo que el cuerpo quiera y así recuperar un poco del sueño acumulado en toda la semana.
Sábado 25: Triatlón de Antella (hasta que no se pasa la última línea no se puede dar por ganado ni por perdido nada).

Éste es todo un clásico de la Comunidad Valenciana, que va ya por la vigésima edición y que últimamente ha vuelto a los orígenes: distancia “tres cuartos” (1200 – 32 – 8) y sin drafting, con el aliciente del nuevo circuito de bici es a una sola vuelta y bastante exigente. Destacar el tremendo ambiente que se monta siempre con todo un pueblo volcado con la prueba y casi tantos voluntarios y organizadores como participantes. Es decir, todos los ingredientes para que se conjuraran allí casi 500 triatletas y para que siga siendo una prueba de referencia para muchísima gente.

Cuando los Tris son por la tarde, suelo hacer un día D bastante atípico para lo que suele hacer la gente (cuando compito a las 15:00, ni siquiera desayuno, sino que me levanto tarde y hago un desayuno-comida) pero, en este caso, el TRI es a las 18:00 así que decido hacer un día más “normal”.

Este día empieza antes de lo deseado porque, con el calorcito que está cayendo en Alicante, no hay quien siga en la cama a partir de las 9:00 así que, tocan diana, desayuno un poco (para matar el hambre, no para cargar depósitos) y a hacer un poco el ganso en casa, preparar las cosas para la tarde, tontear un poco con el ordenador, corte de pelo para ir menos feo y comida prontito, alrededor de las 13:30, con los macarrones de rigor, pero un postre como está mandado con el toque de chocolate).
El viaje de ida…

A las 14:30, sale el coche con el equipo Borrego (padre, madre y un servidor) hacia Antella para llegar pronto, que como se espera jaleo y mucha gente, mejor coger dorsales, marcaje y demás con tiempo para que luego no toque ir agobiados.
En poco más de hora y media llegamos sin problemas, sitio conocido, muchos recuerdos en los últimos kilómetros que pasan por parte del circuito clásico de Antella, ¡cuánto tiempo desde la última vez!, pero qué buenos momentos afloran.

Los momentos previos…
Cojo la carpeta que nos han preparado con los dorsales… ¡el 4!... y nos ponen el nombre y todo… echo un vistazo rápido a boxes (me encanta hacerlo y empezar a ponerme en situación, además de que así ya lo voy repasando mientras preparo las cosas en el coche), empiezo a ver a mucha gente conocida y cuando veo a la gente del club (C.N. Petrer – La Villa), me dicen que han traído la nueva ropa de competición ¡genial!
Siempre he hecho los experimentos con gaseosa en vez de con champán, pero la ropa del club la hemos hecho con Champion-System y ya he estado usándola todo el año así que, aunque el mono era nuevo, no puedo resistir la tentación de ponérmelo para hoy.
Neopreno permitido y más de uno se puso a refunfuñar cuando oye que se puede con traje porque no lo tiene… pero en Antella ya se sabe que, aunque es de los sitios donde más calor se para compitiendo, con una humedad imporante, en el agua no es extraño que se use traje.
Cojo el trisuit “normal”, que el “trisuit élite” pata negra queda para cuando se nada sin traje (en realidad pienso en reservarlo para estrenarlo al día siguiente y así era finde de estrenos).

A las 17:10 ya tengo montada la bici con la pinta que se ve en la foto.
El mono está muy bien y es bonito (aunque blanco me va a durar un suspiro porque tengo un imán para la grasa de bicicleta), pero el detalle que seguramente llama la atención es la bomba y la bolsa para los repuestos detrás del sillín.
No me olvidé de quitarno; es así y aun compitiendo llevo para arreglar pinchazos: en pruebas de circuito como las de la Copa Federación, no me lo pienso y, últimamente, hasta en competiciones a una sola prueba (p. ej. Campeonatos de España).No es sólo por no tener que esperar a que te recojan en caso de pinchazo, sino porque creo que, aun con un imprevisto de estos se puede sacar mucho jugo a una prueba (sin ir más lejos, el ejemplo lo he visto este mismo sábado… pero eso viene unas líneas más adelante).

El resto del arsenal: la máquina que llevo usando este año, dos bidones con Full Energy de Keep Going (son casi dos horas así que me tengo que beber los dos enteros) y un gel (iba a meter dos de Keep Going pero me los dejé en casa así que cogí el que llevo siempre de repuesto en la mochila que es un poco más grande).
También me he comido a las 17:00 una barrita energética porque ya hace cuatro horas desde la comida y llevo un bidón con isotónico e hidratos para tomarlo durante la hora previa a la prueba.
Salgo a rodar un pelín para comprobar que está todo OK, para hacer una paradita técnica y a las 17:30, tiro a control de material donde empieza el “modo concentración”.
No es que me ponga en “modo autista”, pero me gusta activar los cinco sentidos y estar pendiente de todo lo que pasa alrededor, revisar mil veces la entrada-salida, dónde queda cada cosa, referencias, … así que, de charreta con la gente, pero muy atento a todo.
Como tengo la malísima costumbre de no calentar en el agua y salir como los toreros, a puerta gayola (básicamente porque soy muy friolero y, si lo llaman “calentar” y yo me quedo pajarito, de poco me vale), apuro hasta las 17:50, con 10 minutos de margen.

Un bañito en el río…

Se sale desde dentro del agua y hay los típicos gritos por parte de jueces y participantes hasta que nos medio colocamos en las línea de salida, pero se sale prácticamente puntual, a las 18:00

Buena salida nadando, recibiendo más golpes de los que me gusta, pero algo normal con casi 500 triatletas.

Aun así, nado bastante cómodo y salgo rondando el puesto 20º, mejor de lo que estoy sacando en los TRIs de este año y perdiendo menos incluso que en algunos de los sprint (la cabeza empieza a pensar en que merece la pena seguir con la táctica de arriesgar un poco y forzar).

Una vueltecilla en la bici …

A partir de ahí, salida como si fuera una prueba con drafting: transición rápida y empiezo la bici fuerte. En los primeros 5 kms llanos veo que voy cogiendo a gente y, con otros que se supone que andan mucho más, mantengo diferencias ¿irán reservando para el resto del circuito?... yo a mi ritmo y sigo con mi apuesta.
Como no conozco los repechos y hace algo de aire, de perdidos al río y pongo un buen ritmo en la primera subida, que tiene alguna zona bastante “entretenida”.
Voy pasando bastante gente, no a ritmo matador, pero sí un punto por encima de lo que lleva la mayoría de los que voy pillando así que no hay problemas de drafting.
A partir de ahí, un tramo de bajada no muy pronunciada con bastante aire que me pone en mi sitio y donde los rodadores me sacan 3-4 kms/h que me va metiendo algo de tiempo... ¡ya estamos!... las sensaciones no eran malas y no iba afonado, pero decido seguir a mi ritmo con la cabeza fría porque sé que queda el postre con la subida a la presa de Tous.
Ahí no voy tan ligero subiendo, pero sigo recuperando a los que todavía veo por delante y los de detrás no se acercan (salvo alguno que viene fortísimo con cascos aero y demás).
Una vez pasada la presa, llevo a tiro a 4-5 y decido tomarlos como referencia e ir perdiendo poco a poco porque no quería vaciarme.
En la bajada, tres curvas bastante peligrosas contraperaltadas (las típicas revueltas que tanto gustan cuando se va hacia arriba) y en la tercera, un pequeño derrape en la rueda de atrás me hace comerme casi la mitad del ancho de la calzada y al no querer tocar el freno de delante (es caída segura), hago dos intentos... pero no consigo enderezar y al final la decisión es aprovechar una valla que había detrás del quitamiedos lanzarme y frenar como los patinadores cuando chocan contra una pared (la alternativa es sólo quitamiedos más barranco así que está clara).

De manera resumida, la cosa quedó en: manillar muy girado, raspaduras varias repartidas por todo el cuerpo (las dos piernas, frente, manos, espalda, …), parte de la corteza del casco levantada (si no lo hubiera llevado, no me la habría abierto, pero me habría pelado la cabellera porque, aun con él, me hice rozaduras) y golpes también por todo el cuerpo, pero sobre todo en esternón, costillas izquierdas, rodilla izquierda y en los huevecillos (hicieron carambola con la potencia)-
Después del susto y un bufido (no acierto ni siquiera a pegar el típico chillido cagándome en todo lo que se me ocurre en ese momento), miro los daños con algo más de detalle: ruedas... tienen aire, no hay reventón, las giro... no parecen muy descentradas, manillar... no se ha aflojado y lo consigo enderezar después de un par de giros... monto con miedo y miro a ver qué tal se comporta la bici... parece que va… así que: le digo que si arranca, que no se atreva a dejarme tirado a medias o a darme un susto, que le quedaban 10 kms (si me lo llega a hacer, palabra que la habría lanzado al río).

No tengo ni idea del tiempo que pasa en ese rato, pero en los 10 kms finales ruedo con bastantes dolores aunque iba en caliente y puedo aguantar; casi lo peor es el nerviosismo y miedo por si casca la bici.

Me siguen pasando algunos (calculo unos seis u ocho), pero ni me planteo la retirada, aunque sí el tomármelo con algo más de calma porque tengo que terminar como sea para puntuar en la Copa.
Sin embargo, en el km 28 veo el gel en la potencia y decido tomarlo, por si se me cruza el cable y salgo a correr rapidillo. Huelga decir que, una vez hecho esto, ya sé que, salvo que el cuerpo diga que no, la decisión ya está tomada.

Un poco de carrera a pie…

Sé que he perdido mucho tiempo y muchos puestos, pero que si sigo con cabeza y puedo terminar, salvo el puesto en la Copa Federación.
Sin embargo, llegando a boxes, empiezo a ver el barullo y, nuevamente viene a la mente eso de “vamos a probar a ver qué pasa” así que empiezo una transición rapidilla y al oír antes de salir una voz conocida (mi madre) que dice ¡43º! se activa algo que dice “caray, deja de hacer el canelo y tira p’alante, que todavía puedes liar una buena” (sabía que iba retrasado, pero no tanto, lo que quizá fue el acicate que me faltaba para salir como un león herido).

Así que, cambio de chip y a tope hasta que el cuerpo aguante (vamos, lo de siempre).
Empiezo con zancada algo más corta de lo habitual, pero alegre y con bastante frecuencia, veo espaldas que se van acercando y empiezo la cuenta atrás… 42º, 41º, … lo que va haciendo más llevadero el dolor. Hay bastantes giros y ahí no puedo ni quiero forzar, pero en las rectas llanas pongo la velocidad crucero.

En el paso de la primera vuelta, en el repecho las paso canutas, había perdido la cuenta, pero me parece oír que voy ¡el veintitantos!... así que toca el último empujón y apretar el culo.
A partir de aquí ya hay gente que está en la primera vuelta así que es imposible seguir con la cuenta y me limito a intentar mantener el tipo (sí, Juan, te aseguro que ahí sentía cosquillas en casi todas las partes del cuerpo y empezaban a flaquear las fueras así no era broma lo que te dije de “…no puedo más…”.
En el km 6 ya empiezan las alarmas (la reserva de energía y los dolores) y bajo un poco el ritmo, pero eso está hecho, así que me tiro media botella de agua por encima (algo que casi nunca hago) y, ¡a morir!

La pinta que tenía no decía nada de la castaña (desde lejos sólo se veía el gemelo derecho lleno de grasa) así que pude correr “tranquilo” porque no hay nada peor que ver a la gente que ha ido contigo preocupada cuando te ve lleno de raspones y te va preguntando. Es más, creo que no se dieron cuenta casi ni los compañeros porque me preguntaban que cómo me había bajado tan tarde si había subido como un tiro.
Lo malo, que luego le cuentas la batallita a la gente y no parece que pasara nada… pero el casco, magulladuras dan fe de que sí.
Aquí, agradecer muchísimo todos los ánimos que iba recibiendo de la gente: los de dentro cuando te vas cruzando con ellos, los que están de público, … da muchísima fuerza y te hace esforzarte más si cabe para intentar devolverles un poco de esos ánimos intentando hacer que la gente vea una carrera bonita o que al menos vea que los de dentro “se dejan los huevos”.
¡Gracias a todos!, especialmente a Juan porque era una auténtica inyección de moral… en realidad apretaba para intentar salir decente en las fotos y en cuanto salía del campo de visión suya volvía a poner el careto de reventado y bajaba el ritmo :-)

Entrada en meta molido, no hay crono y no le había dado al reloj (¡no sé para que me lo pongo!... a sí, porque se me olvidó quitármelo en boxes), no sé qué puesto final y sólo pienso en ir a sentarme a mirar los golpes y a limpiarlos para quitar la porquería del quitamiedos y la grasa de la bici.
Oigo el puesto… ¡12º! guau… aunque sabor agridulce porque en seguida pienso que ahí va la propina del tiempo que pasé “descansando” contemplando la presa de Tous.

La T3…

Normalmente me tiro un montón de tiempo en boxes hablando con todo el mundo pero hoy toca lamer las heridas de guerra, darle al rum-rum para decidir si hay TRI el domingo y, en cualquier caso, ir recogiendo para no llegar demasiado tarde a casa.
Otra mala costumbre que tengo es la de no abrigarme bien y avituallarme poco al terminar una competición (bebo bastante, pero sólo agua) pero llevaba toda la semana diciéndome que hoy tenía que ser diferente y que tenía que comer y beber bien en cuanto acabara para reponer para el día siguiente.
Dicho y hecho, me seco, me pongo una camiseta limpia y empiezo a tomar todas las cosas de Keep Going que había preparado con tanto esmero y que casi tenía que haber puesto en una cestita como Caperucita. La parte de comida sólida ya queda para nota así que esa me la salto y me dedico básicamente a beber e hidratarme bien y me pimplo un par de bidones de Full Energy… y mi inseparable e imperdonable Coca-Cola … pero light que a me da igual el azúcar y lo hago por el gas, que viene muy bien para… eso, para despejarse un poco.

Después de sacar la bici de boxes, me dice Toni Moya que ya están las clasificaciones (madre mía, casi en on-line y antes de que hayamos acabado apenas la mitad de la gente).
Me acerco al tablón y no quiero ni mirar cómo ha quedado la gente sino sólo verme (aunque suene un poco egoísta, pero voy un poco cabreado conmigo mismo) y ¡¡¡uffff, no puede ser!!!: 3º parcial a pie, 18º del agua (aquí creo que faltan algunos de los que no terminaron pero que salieron delante de mí) y 65º en bici… pero con apenas cinco minutos de lo que hizo la gente entre el tercero y octavo parciales.
Ni idea del tiempo que perdí con la historieta de la castaña, pero en ese momento me da un “algo” por dentro mezcla de rabia y de satisfacción. No tiene sentido conjeturar porque a toro pasado nunca se sabe qué habría pasado, así que no me como la cabeza con esas cosas pero maldigo a la presa de Tous, no por la piña (en el fondo ha sido cosa mía, por arriesgar más de la cuenta al verme en carrera), sino porque se puso en medio de lo que ¿podía haber sido un muy buen resultado?
De todas formas, “siempre positivo”: podía haber sido peor y habérmela dado más gorda, podía haberse roto algo en la bici y no poder haber terminado, perder la Copa Federación, …

La vuelta a casa…

Llegamos a casa a las 22:30 sin parar por el camino porque preferimos llegar al campamento base, sacar todos los trastos, ducharnos, cenar con calma, etc.

Aquí, la verdad es que no tengo palabras y, aunque suene “bobón”, es impagable el trabajo y la ayuda que tengo de mis padres: antes de la prueba ya que van siempre que les es posible; durante la prueba con el apoyo logístico, carga de mochilas, o lo que haga falta… y, sobre todo, en el después de la carrera, al llegar a casa porque ponernos la maquinaria Borrego (cada uno se encarga de unas cosas) y en menos de una hora desde que para el coche, estamos sentados en la mesa con la comida o cena, la ropa del día ya está lavándose y está todo casi como si no lleváramos fuera todo el día.

Meterme en la cama pronto queda descartado porque todavía voy algo acelerado y con ese calor es una locura así que hago un poco de tiempo preparando el equipaje hasta que llega mi padre con Isaac, que viene de Francia de correr el Iron tour.
Montamos las dos bicicletas en el maletero (ergo… hay Jumilla el domingo) y los bártulos para ganar tiempo a la mañana siguiente y nos dan las 2:30 cuando nos metemos en la cama.

Domingo 26: Triatlón de Jumilla: Sarna con gusto no duele….

A las 6:45 suena la música del despertador ¡noooo, no puede ser!
La noche ha ido bastante bien porque sólo me desperté una vez y, como notaba dolor en las costillas, anduve toqueteando y pensé que si “sólo” dolía y no había chillido, no podía haber nada roto y que tocaba seguir durmiendo.
Arriba despacito porque no está el cuerpo para dar saltos desde la cama, el típico pensamiento de ¡esto es una locura! y a desayunar.
¿Dolores?¡No, qué va!... creo que lo único que no me dolía eran las pestañas.
Bueno, tampoco nos pasemos que, como todavía está el cuerpo algo caliente (apenas 10 horas desde que acabó Antella) y algo de efecto del Ibuprofeno que tomé al ir a la cama, se podría decir que el cuerpo está “decente” o que se puede “ir tirando”.
Aun así, en cuanto cojo peso o hago algún gesto raro, canta y dice “ey, no te pases, que me planto y te quedas en casa”.

El equipaje y coche estaban preparados de la noche anterior así que no hay tanta prisa y sólo hay que preocuparse de meter la gasolina para el cuerpo (decido tomar tostadas con mermelada y me pimplo el bote entero como suelo hacer si la prueba es por la mañana), preparar la nevera con el agua, la bebida isotónica, barritas y demás.
A las 7:30 sale el coche para tierras murcianas con los tres de Antella más Isasi que también lleva su ración de machada (en realidad, él tiene gran parte de la culpa de que yo esté metido en este jaleo este fin de semana).

Jumilla también es sitio conocido (la base de operaciones sigue siendo el polideportivo donde hace años empezó esto del triatlón para mí) así que llegamos sin problemas y apagamos motores a las 8:45.
Cuando cogemos los dorsales ¡oh!, que sólo hay dos salidas (en vez de las tres planificadas) y ¡no salimos en la última! (a las 11:30) sino en la primera así que empiezan un poco los nervios pero en seguida pienso que, mejor, que así me ahorro el tener que estar esperando a que me toque salir y que me ahorro ese tiempo de “desgaste”.

Montamos bicis, nos vestimos y cuando salgo a rodar para calentar y para volver a comprobar que la bici no se hizo nada grave el día anterior, Murphy hace acto de presencia en forma de desajuste del cambio trasero ¿ya estamos? ¿no tuviste bastante con lo de ayer?
Menos mal que como era temprano, lo convenzo para que se vaya a dormir un rato más y después de 15 minutos y varias pruebas, aquello se pone en su sitio y cambia como está mandado.

No conozco el circuito de este año, pero me fío de lo que cuentan los que acaban de dar una vuelta de reconocimiento y me limito a rodar por la avenida de meta y hacer varias veces los 2-3 giros de esa zona, con el paso por vuelta y la entrada a boxes y, sobre todo, forzar un poco la bici para asegurarme de que van bien los cambios.
Lo de “forzar” es relativo porque en el primer intento, el pecho y la espalda me recuerdan que no hace nada que del “salto de quitamiedos” y que hay que ir con calma.

A las 9:30 entro a boxes que están en la pista de atletismo.
El ritual de siempre con la revisión de todo el campo de batalla, aunque, una vez comprobado que es lo mismo de siempre, tranquilidad casi absoluta.
Parada técnica de rigor, últimas comprobaciones y para la piscina con una sensación extrañísima porque afloran un montón de sentimientos y recuerdos, como cada vez que hado este TRI.

En la piscina, meto la punta del pie como los gatos para comprobar que, aunque no está fría, es lo suficiente para que mantenga la tradición de no tirarme a remojarme.
Nos ponemos en nuestras calles (cada uno llevamos un gorro de un color diferente) y, muy civilizadamente, cogemos posición en la “parrilla de salida”: ¡yo… ummmm, 1’30’’ el 100…” así que me toca en segunda posición, detrás de un amiguete.
La verdad, es curioso lo de los TRIs en piscina y me gustan muchos los momentos previos porque es completamente diferente a una salida “normal”.

Bocinazo a las 10:00, cojo posición a rebufo del primero y empiezo a nadar intentando gastar lo justo y en espera de los posibles dolores en el pecho ya que me cuesta inflarlos a tope por el golpetazo en las costillas y el esternón.
Empezamos el primer 100 a 1’20’’, que sin ser rápido, apunta que es un poco más de lo que puedo hacer, pero baja un poco el ritmo y hacemos el 500 en 4’29’’.
Veo que un par de calles más a la derecha van un poco más rápido y, aunque voy cómodo a pies, aprieto un poco para pasar en cabeza y marcar yo el ritmo para intentar mantener ese 1’30’’ y las referencias con la otra calle.
Al final, clavado en 11’31’’ y con el compañero pegado a los pies… objetivo cumplido y sin demasiadas molestias.

La transición, como siempre, corriendo como si me persiguiera el diablo hasta la bicicleta (hay un buen paseíto), cojo la máquina y a salir del campo de fútbol.
Veo que estamos tres juntos y que por detrás vienen otros 3-4 así que calzo rápido y, aunque todavía no noto cansancio fuera de lo normal, arranco con los cinco sentidos activados para buscar continuamente una rueda (aun a sabiendas de que corro el riesgo de que me den algún palo para soltarme).
Se va a un ritmo no demasiado rápido (o no me lo parece) y sin grandes palos, lo que me viene de lujo pero, me queda un poco de mal sabor de boca porque no doy ni un solo relevo en todo el segmento (hago la táctica de “me coloco el primero de los que no pasan”) y al terminar me dijo un compañero de hace años que, hablando con uno de su club le comentó que “…iba con uno del Petrer que no pasó ni una sola vez… debe de ser nuevo porque no se entera”… risas de ambos.
Sigo atento a los 2-3 puntos que podrían plantear problemas para no tener sorpresas en los 20 kms o cortes y así hasta la T2 (la tercera vuelta me costó porque ya empezaba a avisar el piloto de la reserva).

Como la bajada al campo es peligrosilla y hay piedras, entro delante, pero sin arriesgar demasiado (el 4º).

Transición normal, ni rápida, ni lenta, dorsal delante, unas cuantas respiraciones hondas antes de salir del césped y arrancan las zapatillas, sabedor de que es un circuito durillo, todo por tierra y muy revirado.
Pero, ¡sorpresa!, no es el de siempre, sino que vamos por asfalto, por el pueblo así que, en mi estado, mejor porque puedo poner la velocidad crucero y no sufrir tanto en el “cross”.
Salgo como el sábado, con buena frecuencia y zancadas no muy grandes y, en apenas unos metros, voy primero de los del grupo, pero oigo a uno bufándome en el cogote.
Como siempre, me olvido por completo y, como los de delante llevan dos minutos de ventaja, hago mi carrera poniendo un ritmo que creo que puedo aguantar y me guío por las sensaciones porque voy con reloj de adorno (no le di al crono).
En el paso por la primera vuelta quedo en solitario, pero no tengo referencias y no nos cruzamos con los de delante en ningún punto, así que me olvido y me centro sólo en la carrera y en ir descontando metros.

Ánimos de la gente, la que me conoce y la que no y a 500 m. me parece ver en un brazo dos pulseras blanca-negra que indica que es uno de los de delante (no sabía en qué posición iba) ¡noooo, ahora toca apretar y no hay disculpa!
Le recorto rápido, pero llego a él con apenas 50 metros y ahí sé que estoy perdido porque al sprint me ganan hasta los caracoles y voy muy tocado así que aprieta y entra en el mismo tiempo que yo, pero por delante.
El resultado… ¡7º! lo que quiere decir que estaba empezando a contactar con el grupo de delante.

En ese momento, al parar, es cuando parece que se reactiven los dolores y casi me dan ganas de volver a ponerme a correr, que ahí los parece que lo noto menos (léase con ironía :-)).
Ahora sí, charreta con los amiguetes, algunos que hace mucho tiempo que no veo, recordando viejos tiempos y a esperar a que den los trofeos porque Isaac ha ganado el TRI.

Cuando ponen las clasificaciones, vuelvo a alucinar porque en la bici sale el 11º (algo bastante relativo porque es con drafting y ahí depende mucho de donde salgas y cómo vaya la prueba)… pero ¡2º a pie! apenas a 15’’ del mejor parcial.
Como anécdota, aparecía el 6º, delante del que me esprintó, pero se arregló en seguida y, como es lógico, nos pusieron a cada uno en nuestro sitio.

Se alarga un poco la entrega de trofeos y salimos de Jumilla cuando dan las 14:00.
De camino a Alicante, un par de cabezaditas en el coche y en cuanto llegamos poco más allá de las tres, lo de siempre, cada uno a lo suyo y en un plis estamos en la mesa zampando.

Toca viaje de vuelta a Madrid y, como estas fechas son malas, quiero intentar salir pronto así que nada más tomar el postre (mega helado de turno :-)), empiezo a preparar el equipaje y a las 17:30 arranco.
El viaje de vuelta no es tan malo como el de ida (por el tiempo, porque por el cansancio y los dolores...) y a las 22:00 pongo pie a tierra.
Bajo el equipaje, cenita al canto, pero me pongo a tontear un poco y a colocar el equipaje más algunas cosas que dejé el viernes y me acaban dando las dos y pico del domingo
Aunque, pensándolo bien, así mejor porque voy a la cama y duermo como un bebé.

Bueno, al final me he enrollado más que una persiana contando la historieta, pero este par de días ha dado para mucho (más aún de lo que pensaba) y ha habido casi de todo, así que quería intentar reflejarlo de la manera más exhaustiva posible y contar todas las “batallitas del abuelo” que pudiera.

Por muchos motivos, ha sido uno de los fines de semana “triatléticos” que siempre recordaré y que ha entrado a lo grande, sin duda, en la lista de historietas que casi siempre acaban saliendo cuando se junta un grupete de colgados del triatlón.

Juan, muchas gracias por brindarme esta oportunidad porque me ha hecho mucha ilusión.

No queremos despedirnos sin dar las gracias a Rodrigo por contar con total detalle su gesta ya que creo que va a ser del agrado de todos los seguidores de este blog, que es vuestro y que no dudéis en mandarnos vuestras pequeñas o grandes gestas y así hacernos disfrutar a todos durante un ratillo.

Sigue con esa ilusión que tienes

2 comentarios:

Morath dijo...

Muchas gracias Juan.

Me han encantado las fotos, sobre todo la última.
Es justo la que te comenté de "cagüen diez, que me has pillado a medias, quitándome las gafas"... resulta que es de las mejores que tengo porque llevo un careto... y los ojos mirando al infinito... bueno, a la mega cuesta y pensando ya en girar para meta
:-)

JUAN DE LA TORRE CORVILLO dijo...

Gracias a tio por tu esfuerzo en carrera y delante del ordenador para hacernos partícipe de esa pedazo de crónica

UN abrazo